
Mi madre me diría que si sigo recostada acá me voy a enfermar, pero sabes... me gusta lo que siento.
El pasto comienza a humedecer mi espalda y su olor penetra en mi memoria.
Me gusta como huele... cierro mis ojos y... ahí estas.
¡Ganaste!
El olor del pasto húmedo me recuerda a ti.
Tiene el color de tus ojos y su aroma... no es un aroma cualquiera... es especial. Es como cuando tu piel se humedecía y caían sobre mí las gotas de tu agitación.

Ahora, puedo acariciar lentamente este pasto e imagino que es tu piel. Tan irresistible, tan sublimada, tan sutilmente empapada.
Es la misma sensación que me provocaba tu cuerpo (no lo olvido) cuando te revelabas frente a mí y me hacías disfrutar tu desnudez... Sabías perfectamente que me encantaba contemplarte.

Sabias crear una coreografía perfecta, que me regalabas al ritmo de tu seducción. Sabias de tu belleza y te aprovechabas de mi urgencia.
Ahora, estoy aquì, recostada sobre este pasto húmedo y puedo recordar nuestros fugaces encuentros. No fueron tantos. No duraban demasiado. Pero fueron suficientes como para sentirlos aún en mi memoria.
Ahora, estoy aquì, recostada sobre este pasto húmedo y puedo recordar nuestros fugaces encuentros. No fueron tantos. No duraban demasiado. Pero fueron suficientes como para sentirlos aún en mi memoria.
Esa parcela era un escondite fabuloso, que nos permitía vivir importantes retiros de hambre carnal.
Parece como si todavía yo estuviera ahí, bañándome contigo en ese jaccuzi. Compartiendo junto a ti un agudo maremoto de pasión desordenada. Que delicioso era reunir la noche, el vino y tu cuerpo.

Abrumador por momentos... pero inolvidable, por lo que estoy temiendo.
Cada vez que tus verdes ojos seguían los míos, me hacías victima de una tempestad furiosa. Yo terminaba presa de tus brazos y tu olor terminaba capturándome.
Cada vez que tus verdes ojos seguían los míos, me hacías victima de una tempestad furiosa. Yo terminaba presa de tus brazos y tu olor terminaba capturándome.
Nadie nunca nos escuchaba. Eso era lo tentador de nuestros encuentros.
Nunca fuimos uno, pero yo, me sentía completa... completamente satisfecha.

M... m... m... Era un pasto especial.
Verde como tus ojos y con olor a mi humedad.
El mismo olor que huelo ahora... la misma humedad que me baña recostada...
Es el mismo olor que me hoy hace recordar que alguna vez exististe en mi vida y que, sin quererlo, te quedaste pegado en mi piel...
¿Deseas compartir otra botella de vino?
Es el mismo olor que me hoy hace recordar que alguna vez exististe en mi vida y que, sin quererlo, te quedaste pegado en mi piel...
¿Deseas compartir otra botella de vino?