jueves, julio 13, 2006

¿Te Conté que Ayer También Llovía?

Por Cynthia Céspedes
Está lloviendo... lo notaste?, IMAGINO que sí.
Igual que ayer, igual que tantas veces ayer.
Me cuesta un poco aceptar que el sexo con lluvia es romántico,
sin embargo ayer descubrí que en realidad NO lo es tanto si no estás acompañado de alguien especial...
Ayer no almorcé, pero tenía una sensación extraña. Estaba Satisfecha. Tenía mi estómago vacío, pero mi corazón gritaba ¡contento! al recordar el festín maravilloso que había degustado.
Ayer llovía, igual que hoy, pero la lluvia tenía otro sabor.
Yo estaba recostada sobre una cama, mientras oía como el agua chocaba contra el techo. La cama era alta, un poco vieja y la cubría un cobertor, que al parecer los años y el uso promiscuo lo habían percudido, convirtiéndolo en un pobre cobertor azul marengo, con hojas grises desteñidas y que sólo podía servir para un motel barato.
Ahí estaba yo, boca arriba y lejos de la gente. Escondida de muchas cosas, pero con mis ojos pegados en él.
Era un lugar lejano y yo me sentía libre de actuar. Teníamos sólo dos horas para hacer del momento una eternidad. No podría describir el lugar con la palabra elegancia, pero yo, a pesar de mi discurso, era feliz.

Él tenía ojos claros, pero eso era lo que menos me importaba. Me miró muchas veces y yo no disimulé mis ganas de observarlo, analizarlo detenidamente; cada movimiento, cada palabra, cada gesto y cada caricia de dulzón sabor.
¿Te conté que él es casado?... te lo imaginaste!
Cierto, no podía ser de otra forma, si no el escenario hubiera sido otro...
A pesar de todo, eso no importaba, en ese minuto él podía ser sólo mío y no lo compartía con nadie. Podía leer pausadamente cada beso suyo y exigir una fidelidad absurda, aunque sólo durara un instante.
¿Te comenté que estaba lloviendo?, Creo que SÍ.
Era la fusión perfecta, humedad en el cielo y humedad entre nosotros. Afuera estaba helado, pero en esa cama era imposible notarlo. Emanaba calor de nuestros cuerpos y el sudor perdía su timidez, para poder concretar su deseo.
Raro, muy Raro!!!.
He intentado cumplir con él mi papel de amante perfecta, pero por un segundo tuve ganas de un recreo y me lo tomé, sin pedir autorización. Me dejé llevar por lo hormonal, para poder culpar a la química de mis intensiones.

Sí! Esa química que me encantó cuando sentí su voz o tal vez... su sabor... NO! NO! Era su olor, SÍ!, el olor de su pelo, el de su cuello o ese que surge en el camino que va desde su pecho hasta su espalda. Era el aroma de su sexo, ese que entró y salió, cada vez que yo lo necesité. Pudo haber sido su cuerpo, tan duro y armónico, pero incapaz de perder suavidad y delicadeza. Un cuerpo con gusto a encanto y sabor a sal. Una sal suave, a punto, capaz de sazonar mis pechos con su roce.
Era la mezcla perfecta, la Lluvia, el Sexo y Alguien Especial...
¿¿¿Que si fue RomÁnTIcO???
Te aseguro que hasta podríamos llamarlo Amor.
Pero la lluvia tampoco dura todo el año. ¡Qué Lástima!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola soy Mauricio
me gusto este cuento, porque en el final la unión de palabras fueron geniales.
Me gustaría ser observador de tu mundo…
Si lo deseas compartir y posees tiempo
tu_escarmiento@hotmail.com

Anónimo dijo...

cynthia soy el mauri del avion quiero comunicarme con tigo.
tu_escarmiento@hotmail.com